Friday 14 October 2016




 GQ España - ¿Te consideras una persona rara? 




No te van a dejar ser raro. Es un derecho que perdiste el siglo pasado.

Seguro que en algún momento del siglo XX te sentiste un poco raro. Si eras el típico repelente te gustaba referirte a ti mismo como rara avis, sin tener muy claro si tenías que decir "un rara avis" o "una rara avis". Qué lío de latinajos. Pero, en cualquier caso, los veranos en el pueblo te habías cansado de ir a ver luciérnagas y en vez de echar la siesta te quedabas viendo esos westerns en la tele. Un provocador nato. Un outsider.

Pero estamos en 2016 y muchas cosas han sucedido desde entonces. La globalización está ya consolidada, internet nos ha puesto en contacto con todos nuestros iguales y hemos llegado a varias conclusiones, entre ellas que la normalidad no existe (no es la norma) y que los raros somos batallón, somos el nuevo mainstream y somos, además, un negocio millonario. 'Star Wars' me lo regaló. Marvel me lo confirmó. Amanda Knox ya repicó. Y se formó la gozadera. Ella dice, con su rocambolesco historial de sangre, amor y tribunales, que se siente "un poco rara". Ese es el nuevo baremo. Entonces, ¿tú cuán raro eres?

Date cuenta que ya no puntúa que usaras chupete hasta los cinco años, que nacieras con seis dedos en los pies o que tus padres fueran primos. Que te pongas los calcetines de colores distintos o te tiñas el pelo hoy de rosa y mañana de morado. Tus pocas habilidades sociales ya no importan tanto porque la gente se comunica por whatsapp y porque los solitarios son un neocolectivo etiquetado y empaquetado. Que todo lo "de culto" arrasa en las descargas ilegales. No te van a dejar ser raro. Es un derecho que perdiste.

El orgullo friki llena las calles. Ser homosexual ya no es ser "rarito”. Ligar por internet está más visto que el tebeo y la ansiedad por ver las series al momento ha hecho que hasta el más pintado se haya acostumbrado a la versión original con subtítulos. Todos viajan a Tailandia. Todos comen ramen. Cualquier causa hace un Change.org y recibe 20.000 firmas. Los Coen arrasan en los Óscar. La propuesta de construir la estrella de la muerte llegó a la Casa Blanca. Ya no hay minorías silenciadas. 

Ya no hay rarezas difíciles de encontrar. Qué decepción. El mundo se ha hecho tan tolerante y comprensivo aunque sea de boquilla, es tan fácil ser solidario o alternativo y se habla tan de todo que lo raro queda prácticamente marginado a lo ilegal y, reconócelo, tampoco quieres llegar a ese punto. Knox es un poco rara, pero nada en comparación con el caníbal de Rotemburgo. Está todo visto y hay que currárselo mucho para sorprender con tu rareza.

Así que no te creas tan especial porque te gusta el arte polinesio, pues harás cola en los museos igualmente. No creas que tú descubriste a ese escritor polaco, que pasó por Madrid y las entradas para su café literario volaron en cuestión de minutos. Si te pones retro y te casas virgen descubrirás que los emos te querrán para su grupo. Si prefieres ser un horticultor autosuficiente entrarás en el movimiento orgánico sostenible. Te queda la cárcel, aunque la delincuencia también está en boga y tendrás que currártelo para destacar.

La otra opción, claro, es el dinero. La rareza, si se ha convertido en algo, es en élite. Comprarte una isla desierta, bañarte con agua de Evian gastarte 20.000 dólares en volar en el avión más caro del mundo (aunque ya hay un año de lista de espera), llevar implantes en el culo o llamar a tu hija Norte Oeste. Aun así, crearás tendencia y todo el mundo querrá ser como tú, aunque no puedan. No serás el bicho raro, la oveja negra, sino que serás ídolo de masas. Hay una conspiración para que no seas raro

No te lo van a permitir.
Así que asumámoslo. La rareza ha muerto. Y no es raro. Es lo normal. Como tú y como yo. Como Amanda. Como todos.


MATEO SANCHO  07 · 10 · 2016

Originalmente publicado em:


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