GQ España - ¿Te consideras una persona rara?
No te van a dejar ser raro. Es un derecho que perdiste el siglo pasado.
Seguro que en algún momento del siglo XX
te sentiste un poco raro. Si eras el típico repelente te gustaba referirte a ti
mismo como rara avis, sin tener muy claro
si tenías que decir "un rara avis" o "una rara avis". Qué
lío de latinajos. Pero, en cualquier caso, los veranos en el pueblo te habías
cansado de ir a ver luciérnagas y en vez de echar la siesta te quedabas viendo
esos westerns en la tele. Un provocador nato. Un outsider.
Pero estamos en 2016 y muchas cosas han
sucedido desde entonces. La globalización está ya consolidada, internet nos ha
puesto en contacto con todos nuestros iguales y hemos llegado a varias
conclusiones, entre ellas que la
normalidad no existe (no es la norma) y que los raros somos batallón, somos el nuevo
mainstream y somos, además, un negocio millonario. 'Star Wars' me lo regaló.
Marvel me lo confirmó. Amanda Knox ya
repicó. Y se formó la gozadera. Ella dice, con su rocambolesco historial de
sangre, amor y tribunales, que se siente "un
poco rara". Ese es el nuevo baremo. Entonces, ¿tú cuán raro eres?
Date cuenta que ya no puntúa que usaras
chupete hasta los cinco años, que nacieras con seis dedos en los pies o que tus
padres fueran primos. Que te pongas los calcetines de colores distintos o te
tiñas el pelo hoy de rosa y mañana de morado. Tus pocas habilidades sociales ya no importan tanto porque la
gente se comunica por whatsapp y porque los solitarios son un neocolectivo
etiquetado y empaquetado. Que todo lo "de culto" arrasa en las
descargas ilegales. No te van a dejar ser raro. Es un derecho que perdiste.
El orgullo friki llena las calles. Ser
homosexual ya no es ser "rarito”. Ligar por internet está más visto que el
tebeo y la ansiedad por ver las series al momento ha hecho que hasta el más
pintado se haya acostumbrado a la versión original con subtítulos. Todos viajan
a Tailandia. Todos comen ramen. Cualquier causa hace un Change.org y recibe
20.000 firmas. Los Coen arrasan en los Óscar. La propuesta de construir la
estrella de la muerte llegó a la Casa Blanca. Ya no hay minorías silenciadas.
Ya no hay rarezas difíciles de encontrar. Qué decepción. El mundo se ha hecho tan tolerante y comprensivo aunque sea de boquilla, es tan fácil ser solidario o alternativo y se habla tan de todo que lo raro queda prácticamente marginado a lo ilegal y, reconócelo, tampoco quieres llegar a ese punto. Knox es un poco rara, pero nada en comparación con el caníbal de Rotemburgo. Está todo visto y hay que currárselo mucho para sorprender con tu rareza.
Ya no hay rarezas difíciles de encontrar. Qué decepción. El mundo se ha hecho tan tolerante y comprensivo aunque sea de boquilla, es tan fácil ser solidario o alternativo y se habla tan de todo que lo raro queda prácticamente marginado a lo ilegal y, reconócelo, tampoco quieres llegar a ese punto. Knox es un poco rara, pero nada en comparación con el caníbal de Rotemburgo. Está todo visto y hay que currárselo mucho para sorprender con tu rareza.
Así que no
te creas tan especial porque te gusta el arte polinesio, pues harás cola en
los museos igualmente. No creas que tú descubriste a ese escritor polaco, que
pasó por Madrid y las entradas para su café literario volaron en cuestión de
minutos. Si te pones retro y te casas virgen descubrirás que los emos te
querrán para su grupo. Si prefieres ser un horticultor autosuficiente entrarás
en el movimiento orgánico sostenible. Te queda la cárcel, aunque la delincuencia también está en boga y tendrás que
currártelo para destacar.
La otra opción, claro, es el dinero. La
rareza, si se ha convertido en algo, es en élite. Comprarte una isla desierta,
bañarte con agua de Evian gastarte 20.000 dólares en volar en el avión más caro
del mundo (aunque ya hay un año de lista de espera), llevar implantes en el
culo o llamar a tu hija Norte Oeste. Aun así, crearás tendencia y todo el mundo
querrá ser como tú, aunque no puedan. No serás el bicho raro, la oveja negra,
sino que serás ídolo de masas. Hay una
conspiración para que no seas raro.
No te lo van a permitir.
No te lo van a permitir.
Así que asumámoslo. La rareza ha muerto.
Y no es raro. Es lo normal. Como tú y como yo. Como Amanda. Como todos.
MATEO SANCHO 07 · 10 ·
2016
Originalmente publicado em: